Una guía para las convulsiones, el tratamiento y una buena vida
La epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por convulsiones recurrentes, que son alteraciones eléctricas repentinas e incontroladas en el cerebro. Más de 3 millones de personas en los Estados Unidos, tanto jóvenes como mayores, padecen epilepsia.
Durante una convulsión, una persona puede perder el control y la conciencia de su cuerpo. Una vez que termina la convulsión, puede llevar de minutos a horas recuperarse y volver a sentirse completamente normal.
Si bien las convulsiones son el síntoma principal, experimentar una convulsión puede no significar que tenga epilepsia. Por este motivo, es importante que se comunique con su proveedor de atención médica si experimenta alguna convulsión.
Una persona puede nacer con epilepsia o adquirirla como resultado de otra condición, incluyendo:
- Lesión cerebral traumática (TBI)
- Recorrido
- Alcoholismo
- La enfermedad de Alzheimer
- Sangrado en el cerebro
- Inflamación
- Infecciones (meningitis, VIH o encefalitis)
Síntomas y desencadenantes de la epilepsia
Una persona con epilepsia puede experimentar lo siguiente durante una convulsión:
- Desmayo o pérdida de conciencia
- Fatiga
- Espasmos musculares
- Dolores de Cabeza
- Rigidez del cuerpo
- Hechizos de mirada
- Parálisis temporal
- La pérdida de control del intestino o de la vejiga
Después de una convulsión, una persona puede sentir hormigueo, dolor de cabeza, fatiga extrema, dificultad para ver o hablar, o dolores corporales. También es posible que no recuerden la convulsión, lo que puede hacer que se sientan confundidos.
Las convulsiones suelen tener desencadenantes o acontecimientos que las preceden. Algunos desencadenantes comunes incluyen estrés o ansiedad, consumo de alcohol, cambios hormonales, falta de sueño, estimulación visual (como luces estroboscópicas) y mala alimentación.
Diagnostico y Tratamiento
Si experimenta estos síntomas, debe consultar con un proveedor de atención médica. Por lo general, un médico realizará una serie de pruebas, incluido un EEG (una prueba para medir las ondas cerebrales), para diagnosticar la epilepsia. También se consideran los antecedentes médicos familiares, los análisis de sangre y las pruebas neurológicas.
El tratamiento para la epilepsia puede incluir:
Medicación: Muchas personas con epilepsia pueden controlar las convulsiones con medicamentos recetados.
Cirugía: En los casos en que los medicamentos no sean efectivos, una opción podría ser la cirugía para extirpar la parte del cerebro que causa las convulsiones.
Cambios en el estilo de vida: Comer bien, dormir lo suficiente y controlar el estrés también pueden marcar la diferencia.
Vivir con epilepsia puede requerir algunos ajustes, pero eso no significa renunciar a una vida plena y gratificante. A continuación le indicamos cómo disminuir su impacto:
Edúcate tu mismo. Conozca los entresijos de su condición.
Tome los medicamentos recetados. Recuerde cumplir con el cronograma con sus recetas.
Mantener una dieta equilibrada y hacer ejercicio. Trate de comer más frutas y verduras y muévase todos los días.
Mantenga un diálogo abierto con su médico. Infórmeles sobre cualquier cambio en su rutina o síntomas y pregunte antes de comenzar con cualquier suplemento.
Manténgase bien descansado. Intente pasar ocho horas completas por noche.
Registre sus convulsiones para realizar un seguimiento de cuándo ocurren. Es posible que pueda descubrir patrones o desencadenantes.